La tecnología también es política

[Horacio Torvisco Pulido (2025)]

 "... La creciente tecnologización de los asuntos políticos debe estar compensada con la politización de los procedimientos tecnológicos" Daniel Innerarity "Una teoría crítica de la Inteligencia Artificial (IA)"

Este texto parte de dos premisas que sirven de base para ofrecer una reflexión sobre la necesidad de que la política, como búsqueda de la justica y el bienestar de la mayoría, no meramente como la ocupación del poder, no debe quedarse al margen de los procesos de modernización tecnológica.

La primera, sostiene que la Inteligencia Artificial (IA) es una tecnología que está generando profundos y disruptivos cambios y otorga un gran poder a sus propietarios, un poder que "grosso modo" y tendencialmente, se manifestará como una autocracia o una democracia.

La segunda, que en la actual sociedad capitalista/productivista, sea ésta de mercado o estatalista, el elemento fundamental que rige es el de la máxima eficiencia supeditando todo el proceso político y económico a ese objetivo.

La vida social en todos sus aspectos es política y esto conlleva tensión y contradicción al existir diferentes intereses en su seno, pero al mismo tiempo implica diálogo y transacción entre esos intereses en un afán de entendimiento para progresar. El problema no son esos diferentes intereses sociales, sino cómo o con qué instituciones y procedimientos se encauzan. Ahí es donde surge el concepto democrático de la política.

Cuando se habla constantemente de alcanzar la máxima eficiencia/productividad económica en general, como el principal y obsesivo objetivo, el humano tiende a ser "cosificado" dejando de ser, ontológicamente hablando, el "sujeto" central y fundamental de todo el entramado político, económico y social, convirtiéndose en un simple eslabón de la cadena productiva.

El poder tecnocrático no concibe que el diálogo político y democrático penetre en ese "santo sanctórum" que son las decisiones estratégicas de carácter industrial y económicas, en base a que eso "enturbia" su desarrollo porque, dicen, suele imponerse la ideología en un ámbito donde solo debe primar la racionalidad "objetiva" que introducen los expertos, algo que normalmente coincide con la racionalidad "particular" de las grandes corporaciones digitales, donde cualquier otro tipo de racionalidad o incluso de subjetividad humana, son simplemente ignorados.

Introducir un diálogo amplio, multidisciplinar y no puramente tecnológico, en la implantación de la IA es una verdad de "Perogrullo" porque no existe, ni epistemológica ni socialmente hablando, una única y mejor forma de hacer las cosas, existen diferentes formas que responden a visiones tecnológicas y sociales diferentes, de ahí su complejidad y la necesidad de generar un paradigma que supere esa visión determinista que los propietarios de la IA siempre intentan imponer.

Actualmente la sociedad está sumergida en una dinámica de cambios muy rápidos y continuos, no suficientemente explicados, más allá, en el caso de la tecnología digital, de un aluvión de información y sobre todo de formación muy funcional. Lo que se persigue no es que se entienda el fenómeno de la IA de una forma integral para valorarlo, criticarlo, o incluso mejorarlo socialmente, sino que las personas aprendan lo antes posible a manejarlo instrumental y acríticamente, especialmente en su ámbito productivo.

En la actualidad los límites y contenidos del debate de implantación social y económico de la IA vienen determinados por las grandes corporaciones digitales, en muchos casos en reñida pugna con poderes democráticos, como está ocurriendo en la actualidad con el dilema entre regulación e innovación, a mi juicio erróneamente planteado como que es uno u otro, en vez de uno y otro.

Los más tecno-optimistas hablan de que con la IA no harán falta elecciones democráticas, ya que los propios algoritmos serán capaces de determinar, basándose en decisiones cotidianas de la ciudadanía, qué tipo de política apoyan en cada momento. Una vez más, se confunde tecnocracia con democracia, teniendo en cuenta que la democracia no es solo ni principalmente el momento de las elecciones, sino el momento del diálogo, del encuentro, donde se intercambian puntos de vista que permiten llegar a acuerdos entre diferentes intereses, creando soluciones razonables para la mayoría.

Una de las peores alegaciones que se vierten continuamente de forma interesada en el debate tecno-social de la IA, y que puede significar la gran derrota de este necesario encuentro entre política y tecnología, es el de que son campos, no ya distintos, algo que nadie cuestiona, sino campos disjuntos que no pueden dialogar entre sí.